miércoles, 2 de diciembre de 2009

Vals del Viento







Aquella revista de poesía que apenas había encontrado en la parada de autobús hacía dos días, se arrugaba aún más en la humedad de mi mano izquierda.
Caminaba por las calles de esta ciudad que nunca descansa.
 Empapados por la lluvia, los autos transitan lentamente, las personas caminan de prisa sin un destino premeditado, como queriendo escapar de alguien, esa histeria colectiva, sólo podría concordar con la llegada del invierno; el mar frío de estas fechas golpea ferozmente, contra la costa a la distancia.
Levanto el brazo izquierdo para descubrir mi viejo reloj, que, indica 14 minutos justo antes de lo que hemos pactado, tal vez un buen vino mejoraría la noche, tal vez un par de rosas frescas te arrancaría una linda sonrisa; pero 14 minutos no serán suficientes para ese cometido... Mis pasos siguen su destino, miro hacia el frente. No sé si nunca me había tomado la delicadeza de observar el paisaje, o es que esta noche esta excepcionalmente hermosa.
Una gran plancha de concreto se extiende frente a mis pies, al frente, un par de macetas con pequeñas palmeras bailan el vals del viento, el ruido urbano casi es imposible de distinguir al mezclarse con el rugido que viene de la lucha de la arena contra el oleaje salvaje del mar.
Todo parece indicar que esta zona de la costa es mas tranquila. En el aire hay una ligera niebla salada, se extiende por toda la avenida. Una pareja se abraza al fondo de la escena, ven el horizonte. Los autos pasan con mayor escasez, se escuchan ecos de las llantas y el asfalto. 

He llegado al lugar que me indica la nota "frente al hidrante azul, a la izquierda de la librería, tendré la luz violeta encendida". Volteo a ver tu edificio, apartamentos grises, sólo hay una luz, y la niebla la torna rojiza. Cruzo la avenida, suspiro hondo, me sacudo las botas sobre alfombra grisácea de la entrada.
Ahora, al frente, se ve el gran corredor; al fondo del lugar, sobre una mesita gastada ya por el paso de los años, un par de viejecillos juegan un dominó mientras hablan del amor y comparten un puro cubano. Me giro hacia la izquierda,  entro discretamente por la escalera de emergencia y llego al pasillo de tu apartamento. Parado frente a la puerta busco la llave entre mis bolsillos...
“¡Joder!” –exclamo-. Soquete, la he dejado en el estuche de mi violoncello; tocar el timbre arruinaría toda la magia de este encuentro... ¿Qué hago?
Me quedo parado viendo fijamente la puerta y, sin alguna idea más, doy un par de golpecillos secos a un lado de la cerradura. La puerta se abre casi en automático.
Entro al lugar, te saludo con una sonrisa tímida; dejo mi abrigo sobre el perchero plateado de tu recibidor...Toda la habitación desprende una luz tenue y ahí estás, recostada sobre tu sillón de piel marrón. La luz apenas te toca el rostro, tal vez la brisa, tal vez tú, una gota de sudor se escurre por en medio de tus senos, te mojas los labios.
 --¿Nos hemos visto antes? –te digo en voz baja, con la complicidad que tú ya me conoces.

Te pones de pie. Tus dedos rozan tus labios. Tu silueta se confunde con la sombra de las cortinas blancas que arrulla el viento. Te acercas, te pones de puntitas me besas la mejilla.
--Apaga la luz, quiero imaginar que estamos en medio del bosque, solos tú y yo -me murmuraste con un beso húmedo al oído.









Respiro de manera entrecortada y rápida, mis brazos se aferran con fuerza, la cinta violeta que protege tu cadera comienza a deslizarse.  

Tu bata violeta cae al piso...
Te quedas ahí, justo frente al espejo de la pared. Un rayo de luna aterriza sobre la silueta de tu espalda desnuda, miro por la ventana; y por detrás tuyo me acerco lentamente, tímido. Mi dedo índice se sitúa detrás de tu cuello volviéndose una gota de lluvia que comienza a bajar por tu espina dorsal, mi mano se extiende, palpa tus formas. Tiemblas, temblamos.
Tus caderas se mueven al compás del bandoneón y el tango, manos pequeñas que juegan con mi cuello, labios carnosos que me ahogan. Tu cabello movido por la brisa fría dibuja sobre tu espalda una cascada de deseos de hacerte mía, de dibujar mis labios en cada centímetro de piel... Ahora caminas en dirección a  las sabanas. La seda que ahora arropa nuestros cuerpos ahora se confunde con la suavidad del aroma.  Piel de terciopelo, mi barbilla tupida de sed de ti, se desliza.

Acostumbrémonos a la oscuridad y a la tibieza de nuestras almas, tus pupilas comienzan a brillar en la oscuridad, como un felino que se oculta en la maleza. Nuestros cuerpos son sólo uno.
Un beso lento, un roce de tus labios más; la fricción de tus senos contra mis manos, tu rostro extasiado, dibuja la poesía más bella y pura que haya escuchado.
La sinfonía de la pasión en el silencio... Acaricias mi piel, juegas con mi cabello, nos decimos tanto, sin siquiera articular una palabra.
Tus muslos repletos de letras me provocan leerte, recitarte, lamerte.
Perdámonos en la noche, devoremos juntos las estrellas, destrocemos este recinto con los matices de esta pasión tan nuestra.
Nuestras siluetas danzan a la orilla del fuego, los más bajos instintos salen a hurtarte la inocencia. Un espasmo, ha llegado el instante, un par de gotas de plata salen de tus ojos, me arañas la espalda con la furia de un jaguar, te abrazo, grito, le gritas al amor.
Se escucha un silencio sepulcral, en nuestras memorias está el aplauso y el cierre del telón de la obra de teatro.
 Mi corazón está lleno de ti... Y la luna ahora nos mira celosa, le hemos robado su belleza en la sublimidad de nuestra noche. 
Dejo salir un suspiro suave en tu oído mientras siento cómo tus manos recorren mis formas... Exhalo tu nombre. Tu cuerpo se halla sobre el mío, miro a la luna a través de la ventana por un instante y cierro los ojos con tristeza, palpita el corazón... Gotas de alma me recorren el abdomen y siento cómo tus dedos se aferran firmemente a mí. Simplemente te veo, mientras tú, con tus labios entreabiertos, dejas escapar los últimos suspiros de la pasión que habita en ti. Toco tu rostro y dejo resbalar mis dedos sobre tu piel tan  húmeda, tan cálida.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Cítricos y Noches Bacardí

Caminemos bajo el cielo de esta noche, suspiremos por lo que pueda pasar; imaginemos que nos queremos, y que esto no ha sido obra de la casualidad, que yo imaginaré que esto es un sueño...



-Que piensas ? - le dije mientras la veía a la cara, y su mirada, tan llena de ternura siguió perdida en el cielo, queriendo robarse la luna con las pupilas; -Tal vez esta timidez no me ayudará de mucho- murmuré para mi mismo en voz baja...

Instantes después detuvimos la marcha y nos vimos con cierta rareza a la cara, lo único que se me vino a la mente fue tomarla entre mis brazos y besar suavemente su cabello...

Hacía frío; si bien no era aquel el mejor lugar... era un momento único, descubrir que mas allá de una extensión de terreno eso era un sitio que recordaría por mucho tiempo.
Tal vez sea el momento de arriesgar, pensé; todo se puso en blanco... y cobardemente le robé un respiro a sus labios, entonces supe que las estrellas están mas cerca de lo que creia

Su cabeza se hundió lentamente en mi hombro y yo suspiré entrecortadamente con el perverso deseo de que ese instante se volviese eterno, de que esa lucha apasionada entre nuestros labios no terminara nunca...

(Continuará...)

lunes, 27 de julio de 2009

No volvere a ser joven...




Que la vida iba en serio
u
no lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante-.

Dejar huella quería
y m
archarme entre aplausos
-envejecer, morir, er
an tan sólo
l
as dimensiones del teatro-.

Pero ha pasado el tiempo
y l
a verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único
argumento de la obra.

[Gil de Biedma]


Yo maté al mar...

[Y según recuerdo... Fue una Noche de Agosto]






Tus pies descalzos caminaron por la playa, mientras arrastraban suavemente la arena de mar impregnada en tu piel. La luna iluminaba tus bellos y diamantados ojos, la brisa del mar volaba por el viento y se adhería como un beso tierno a tu suave piel…
De vez en cuando un pez detenía su curso y saltaba de entre las aguas intentando captar tu mirada; un par de veleros se veían a la distancia con sus luces lejanas reflejándose en el vaivén de las aguas…
Yo tan solo seguía tirado sobre la arena, inclinando mi cabeza sobre esa pequeña roca, contemplándote en el silencio de la bahía, -admirándote-...
Todo aquello era un éxtasis… Tu cabello dorado cubriendo la delicada figura de tu espalda. Las olas susurrándome tu nombre y después desapareciendo en un golpe furioso en la espuma de aquel templo de arena…
De repente una perla brotó de tus ojos y recorrió tristemente tu mejilla aterciopelada, quise correr hacia ti, consolarte, abrazarte, pero pesó mas el miedo, y me quede en el silencio de aquel anonimato enamorado... -sentí que mi corazón se quemaba-
El mar seguía balanceándose sobre sí, aquel par de veleros con sus luces lejanas parecían entablar una charla de viejos amigos y la arena cobijada con su tibieza, estrechaba tristemente mis manos.
Tomé un suspiro y dirigí mi mirada hacia tí, tu rostro… tan perfecto, tan suave, tan hermoso, ahora lucía empapado por una lágrima que escurría por tu mejilla, la impotencia acompañada del miedo se transformó en interrogante:
¿Qué era aquello que menguaba tu tristeza?
¿Qué era tan víl como para hacer sangrar los ojos mas bellos que jamás había visto ¿?

Un sentimiento de ira recorrió mis venas, y vi como tu mirada se perdía en el horizonte…
Sentí celos del mar, sentí celos de esa inmensidad que me robaba esa hechizante mirada de belleza perfecta
Salí corriendo del lugar, planee a conciencia lo que haría, tomé mi guitarra y regresé a la playa…
Armado como un viejo mercenario, -tan solo con mi guitarra y mi tristeza- te busqué entre la luz de luna de aquella noche
Simplemente... habías desaparecido
Mi guitarra cayó con un golpe seco sobre la arena, caí de rodillas ante aquellas olas que se reían de mi desgracia;
Me levanté de la arena con los ojos llenos de lágrimas y me paré frente al mar
Le desée la muerte a los cuatro vientos, grité y corrí hacia el y solté mis mejores golpes contra las olas. No quise saber nada más por el momento, y escapé.
Al paso de los días me juzgaron loco… como podría haberme robado el corazón alguien a quien no conocía… ¿? Como habría podido enfrentar al mar tan solo con mi amor y mi guitarra… ¿?
Pasó el tiempo y yo seguí aquí hundido en mi tristeza… recordándola.
Mi vieja choza de palma era arrullada como hoja en el viento, que lentamente me susurraba tu nombre y me llenaba de suspiros; me resigné a perderte.
Cierto día de invierno volví a la playa y tome asiento en aquella misma piedra que nos presentó, el mar ya no brillaba como antes, sus olas eran débiles y tristes, su brisa ya no tenía aquel aroma extasiante y no estabas tú…
Yo había matado al mar…!! Y no pude evitar esbozar una sonrisa
Cansado y pensativo quedé dormido sobre aquel montón de arena, entre sueños escuché que alguien se acercaba a mi, pero no preste importancia… Ya todo había quedado olvidado, aquella musa de ojos verdes y mirada soñadora ya no estaba en mis sueños, el mar había pagado por ello y yo ahora estaba tirado a la suerte...
De repente alguien toco mi hombro con suavidad, desperté y vi un par de luceros que me miraban fijamente…


Era ella…             

  [Eras Tú]

martes, 10 de febrero de 2009

Flores de Lágrimas

Desde un lejano lugar… en mi hábitat natural (Mi guitarra, mi voz, mis sueños y tu recuerdo)

Escribo estas disparatadas líneas…

Ya se me ha cansado la voz de murmurar tu nombre, mis cansados pulmones me mantienen vivo con lentitud… hoy están cansados y llenos de tristeza (esos suspiros de tu aire frío me han golpeado fuerte)

Apenas y puedo escribir esto, veo un tanto borroso a causa de las lágrimas…
Pero aún así tengo la fuerza para soñar contigo y mantener esta absurda esperanza de que vuelvas… (Y volver a tenerte en mis brazos)

Mis manos tiemblan, se me escurre una palabra…

En los ruidos de la cuidad mi imaginación suele escuchar tu nombre…

Aquella noche de Agosto cuando con tu voz temblorosa murmuraste en mi oido “Te Amo” y nos volvimos uno en aquel distante instante
(En aquel choque de mundos… tan distintos y a la vez tan iguales)

Y hoy no me queda nada…

Mi única arma es tu recuerdo y estas líneas tan vacías y a la vez llenas de ti…

Suspiro en memoria de un recuerdo, suspiro al despertar para decirte
Que mis sueños siguen junto a ti…

Y que aun te amo…

Afuera llueve

(Y aquí dentro también)